-Amanda,
tienes que venir enseguida. Calle Juan de Torres, date prisa.
Y
colgó. Alcé la mirada y al otro lado de la mesa seguía Eduardo, hablando con el
camarero para pedir la carta. Hoy era nuestra reconciliación, nuestra primera
cita romántica en semanas... y otra vez el trabajo me impedía disfrutar de la
noche.
-Eduardo,
yo...
Y
él adivinó por mi mirada que tenía que irme. Otra vez. Y yo vi en la suya que
le había decepcionado. Otra vez.
No
se ofreció a llevarme ni yo esperé que lo hiciera. Cogí mi bolso y mi abrigo y,
ya en la calle, alcé la mano para parar un taxi. Y pensé, ¿Por qué la gente
decide suicidarse siempre cuando yo intento tener una vida?